Si ya has tenido el privilegio de conocer la ciudad de Mérida, Yucatán, te felicitamos y te invitamos a volver; siempre hay nuevas cosas por descubrir y disfrutar. Si aún no lo has hecho, ¿qué esperas? Date una vuelta por nuestro hermoso sureste; te aseguramos que no lo lamentarás.
Cuando estés ahí, no dejes de darte una vuelta por el emblemático Paseo de Montejo, del que seguramente ya habrás escuchado.
Lleva este nombre en recuerdo del fundador de la ciudad, Francisco de Montejo, apodado El Mozo, el joven, quien en compañía de su padre, El Adelantado, conquistó gran parte del territorio de la Península de Yucatán.
El Paseo Montejo tiene en común con el original Paseo de la Reforma, de la Ciudad de México, diseñado por Maximiliano, un trazo de inspiración francesa basado en la idea napoleónica de los boulevares: grandes y amplias avenidas arboladas, principalmente de laureles, separadas con camellones y con gran cantidad de fuentes y monumentos, a cuyos costados destacan construcciones palaciegas. En su origen, estas mansiones albergaban las residencias de connotados personajes de la Mérida decimonónica, sobre todo relacionados con el auge de las haciendas henequeneras, donde se plantaba este agave, el sisal, conocido como el “oro verde”, por su importancia en la industria textil.
Cuando se abrió el Paseo, en 1888, por gestiones de hacendados, industriales y comerciantes ante la administración del gobernador Guillermo Palomino, destacaron algunos nombres de estas viviendas: Casa Peón de Regil, Casa del Minarete, Casa Vales, Casa Cámara y la Quinta Montes Molina.
Muchas de estas construcciones albergan en la actualidad diversas e importantes instituciones, tanto públicas como privadas, como el Museo Regional de Antropología e Historia, administrado por el INAH, y el Archivo Histórico de Mérida.
Tuvo su asiento en este célebre paseo la que fue durante mucho tiempo residencia oficial de los gobernadores del estado.
Entre sus glorietas, se cuenta con la de El Remate, donde se puede apreciar el monumento que la ciudad erigió en honor de los conquistadores y fundadores de la ciudad: los Montejo, padre e hijo.
También destaca la estatua en honor del escritor y periodista Justo Sierra O’Reilly, quien llevó a cabo grandes obras en beneficio de la cultura y el arte yucatecos, muy apreciada localmente, y quien fue padre del educador y diplomático Justo Sierra Méndez.
Otro monumento que se puede apreciar en las múltiples glorietas, al caminar por esos amplios y disfrutables boulevares, es el dedicado a la Patria, debido al trabajo del escultor de origen colombiano, avecindado en Mérida, Rómulo Rozo.
No podía faltar el homenaje a la música yucateca, particularmente a la venerada trova: el Monumento a los Compositores.
Felipe Carrillo Puerto, uno de los más conocidos gobernadores de la entidad, no dejó de ser reconocido por su labor altruista y su martirologio. Aun se recuerdan sus palabras: “no abandonéis a mis indios”.
Así que ya lo sabes, la próxima vez que pienses en un viaje, podrías considerar hacerlo por nuestro sureste. Cuando vuelas a Tikua, nos cuentas cómo te fue y lo mucho que disfrutaste el paseo, y te esperamos con sopa de lima, papatzules y una cerveza, tal vez de la marca que es tocaya del Paseo Montejo, para que rememores los sabores de esa tierra espléndida.