Por supuesto, cómo nuestro apellido lo dice, en Tikua nuestra especialidad es la comida de los estados del sureste de nuestro país, pero nuestra ubicación en Querétaro, y nuestro afán de promover la gastronomía que vale la pena en cualquier parte del territorio nacional, nos obliga a tratar en esta ocasión el tema relacionado con la tantarria.
La tantarria se alimenta de la miel que supura este árbol, por ello su sabor ligeramente dulce.
En su descripción, el director del Centro de Investigación para el Rescate de la Cocina y Tradiciones Hñähñü-Chichimeca, Héctor Latapí López, menciona que se trata de un insecto que “mide seis centímetros, aproximadamente, es muy colorido, tiene antenas, patas como de grillo y vuela”.
Es uno de los bichos que desde hace muchos siglos suelen consumir los indígenas de la zona del semidesierto del estado de Querétaro. En la actualidad se le considera un alimento exótico y muy atractivo por su sabor extraordinario, especialmente para entradas o botanas, pero también para elaborar sofisticados platillos.
Su origen, gastronómicamente hablando, son los municipios de Tolimán, Cadereyta y Ezequiel Montes, principalmente en la comunidad de Villa Progreso y el mundialmente conocido pueblo de Bernal, famoso gracias a la celebridad de su peña, uno de los pueblos mágicos del país.
Los campesinos de los alrededores los recolectan y después bajan a las comunidades a ofrecerlos en los mercados y las plazas; su recolección no está prohibida, pero hay una afectación al árbol de mezquite, pues está en riesgo de extinguirse.
Su recolección y consumo son parte de la cultura milenaria del semidesierto queretano y, tradicionalmente, ha sido explotada de manera respetuosa por los indígenas, quienes aparte de las características nutricionales, le atribuyen propiedades afrodisiacas.
Para degustar los sabores, aromas y colores de estos insectos, se puede acudir a alguna de esas comunidades y solicitar a una cocinera local que los prepare para nosotros; su amabilidad y cortesía heredada de muchas generaciones le permitirá darnos gusto con ello.
Antes de elaborar la tantarria para su disfrute es necesario desflemarla, pues su aroma es inicialmente muy penetrante, además de que supura, para defenderse, una sustancia de un olor desagradable.
Los nativos otomíes las recolectan de los manojos que penden entre las ramas de los mezquites y, antes de proceder a elaborar el platillo, las sumergen en agua hirviendo.
“En Villa Progreso, los lugareños originales consumen de dos formas la tantarria: la primera, los insectos fritos con alguna yerba de olor y tomados con las manos, como en Oaxaca lo hacen con los chapulines, y la otra forma es en una salsa de venadita, que contiene chile bandeño, xoconostle, ajo y sal”.